lunes, 10 de agosto de 2009

Es difícil no hablarte porque vivís conmigo. Vivís en mi, mejor dicho. Vos sos yo, o yo soy vos. ¿Serán esas igualdades las que no hacen tan incompatibles? Siento la necesidad absoluta de dejar de verte por un tiempo. Tu sola presencia satura mis nervios. Pero a su vez, sos todo lo que soy. Todo lo que tengo te lo debo a vos. Pero hay tantas cosas que me gustaría no tener. Porque en definitiva lo que siempre busqué nunca me lo pudiste dar. Gracias a vos soy un manojo de rencores, gracias a vos tengo un repelente contra los buenos modos, el cariño y el amor. Huyo de todo aquello que solía ser, que solíamos ser. Porque en algún momento llegaste a ser uno de mis modelos a seguir. Pero ahora solo te veo como mi enemigo. Me lastimás. Me lastimás tanto como mi propia persona. Y por todo lo que alguna vez te amé, hoy puedo decir que odio en lo que te convertiste, odio tus comentarios, tus miradas, tu histeria. Te odio, papá. Me harté de perdonarte. Tus regalitos ya no lo van a solucionar. Y espero que estés feliz. Vos fuiste el culpable de todo esto.

No hay comentarios: