Amor.

A veces extraño ese sentimiento adormecedor. Era lindo sentirse importante para alguien. Pero importante de esa manera tan especial y tan dulce que empalaga. Una manera que desde mi punto de vista es algo necesario, pero que si se pasa de castaño oscuro, hay que empezar a preocuparse. Creo indudablemente que está limitado por una fina línea que separa lo necesario y lo exagerado. Y cuando esa línea se quiebra, del otro lado te espera la voraz obsesión. No es más que eso. El depender tanto de una persona, el dejar todo de lado, es algo inhumano, que por ahora no entra en mi cabeza. Quizás porque nunca lo sentí realmente, o quizás porque nunca lo haría. Me parece que habría que ubicarse siempre en el medio, en el límite. Sin sobrepasarse, ni alejarse mucho de él. Porque la frialdad no es mucho mejor que la obsesión, lógicamente. Es por eso que, al igual que en la vida, siempre hay que buscar el punto justo, aquel en el que se equilibra la frialdad y la obsesión de una manera correctamente selectiva. Y eso es lo que extraño, el sentir la necesidad de buscar mi equilibrio. Y ese sentimiento siempre será parte de el, aunque continuamente encuentre una excusa para negarlo...