sábado, 27 de septiembre de 2008

Qué feo es ponerse a pensar.

Creíamos que teníamos el mundo en nuestras manos, que disponíamos de la otra para lo que fuera. Solíamos llamarlo amistad, pero ahora podemos dejar de fingir; admitir de una vez por todas que lo único que nos unía era una relación enfermiza y sin rumbo. Esa infame que se hace llamar envidia. De ante mano destinada a la desesperación, al caos, a la disolución. Ese admirable fin incontrolable, que siempre termina en tragedia.

1 comentario:

Tina dijo...

Ay, cam cam. Te quiero tanto.
Ahora sí, veo tu blog! Al fin
Nos hablamos tontita, qué lindo lo que escribís.