¿Viste cuando tenés quilombo y medio en la cabeza? ¿Viste cuando no te entendés ni siquiera vos? Y a su vez, te importa todo tan poco, siendo que tendría que importarte más que nadie, por ser el primero que se juega y le interesás de verdad y no sería capaz de perderte. Pero confiás en que te va a esperar por siempre, y qué equivocada estás. Sin embargo solo entrás en razón cuando estás definitivamente sola y dejaste pasar el tiempo, lastimaste, diste vueltas e intentaste volver como si nada hubiera pasado (¿No te sentís como en un déjà vu?). Y un par de días te hicieron ver lo que en diez meses nunca te molestó... ¿Casualidad o causalidad? El riesgo estaba, decidiste correrlo, y darle una oportunidad. La perdió, se equivoco otra vez. Pero en cierto punto tiene razón, vos de santa no tenés nada. Pero serías incapaz de hacerle daño. ¿Y por qué será que nadie te cree? La verdad no sabés, y lo decís sinceramente. No lo lastimarías, por lo menos no de esa manera. Quizás de alguna de esas formas tontas en que solés lastimar a la gente. Pero esa no. Pero en definitiva, qué podés hacer vos si estás atada a una monotonía absoluta y vés que hay otras cosas, que hay algo más a lo que querés llegar y no podés. Pero a su vez lo amás; es la única cosa de la que estás segura. Y si, tenés que admitir que en cierto punto sabías lo que te esperaba. Pero ser el pilar de algo para lo cual se necesitan dos, es más complejo. Y la gente se la pasa opinando sin saber lo que realmente pasa. Porque a nadie le interesó nunca mucho, tampoco te molestaste en que les interese tu vida amorosa. Cada uno sabe cómo lleva sus relaciones. Pero al fin y al cabo, vos sabés que la que tiene que resolver las cosas son vos. Mejor dicho, los dos. Porque el te ama y vos lo amás a él. Y, al fin y al cabo, eso es lo único que importa...
sábado, 5 de marzo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario