Había Una Vez...

El tiempo pasa ahora frente a mi, como si fuera el final de mi vida el que se estuviera acercando. Miles de imágenes, de sonidos, de palabras, invaden mis recuerdos fugazmente mientras te observo, te acaricio. Y a veces reflexiono, a veces me pongo a pensar qué será de mí sin tu presencia, qué será de mí cuando ya no estés. Ya no puedo ver mi vida antes de tu llegada, es como si hubieras marcado un antes y un después. Me enseñaste tanto, me diste tanto. Aprendí a dar sin recibir nada a cambio, aprendí a compartir. Pero principalmente me hiciste aprender algo que nunca había aprendido antes: la importancia de tener una familia. Cambiaste todo en mí, aún sin comprender absolutamente lo que pasaba en esta casa. Si, trajiste a su vez problemas, discusiones, confusiones. Pero creo que movilizaste tanto adentro de cada uno de nosotros. Estoy absolutamente segura de que cuando todo esto pase vamos a tener una mirada completamente distinta de cada uno de nosotros y de nosotros mismos. Sé que te debo mucho más de lo que alguna vez te voy a poder demostrar. Sé que te amo mucho más de lo que alguna vez demostré. Sé todo lo que me diste, y ahora intento devolvertelo a mi manera. Desearía que te dieras realmente cuenta lo que significas en mi vida, lo que hago por vos, por mamá, por papá. Estarías orgullosa de ver aquello en lo que se convirtió tu nietita. Nunca dudes que te amo, porque sos mi familia, porque me enseñaste, me mimaste y me malcriaste y que nunca voy a dejar de hacerlo. Sos lo que me motiva para seguir, abuela. Me brindaste mucho más de lo que alguna vez te hubieras imaginado.