Después de todo, nada estuvo tan mal. Nunca nada es tan malo. Todo lo que obtuve alguna vez en la vida fue porque lo busqué. Aquello que perdí, lo que gané y por qué no, lo que recuperé. Y recalco estas dos últimas porque lograron que mi vida quedara finalmente completa. No creo necesitar más. Descubrí mi equilibrio. Ya no pretendo ser alguien que nunca fui, encajar en un mundo en el que nunca voy a encajar. Mis amigos son los que siempre fueron, los tengo a todos de nuevo. Y es muy lindo sentir esa sensación otra vez, sentir que todos ellos siguen ahí para levantarte inclusive antes de caer. Mi familia nunca va a cambiar, pero les estoy infinitamente agradecida por absolutamente todo, por más que seamos un clan cuasi disfuncional. También alcancé el punto de estar conforme conmigo misma, con mi imagen, mi personalidad. Es bizarro realmente; me costó prácticamente 17 años estarlo. Pero me siento orgullosa por haber logrado todo lo que logré, por más que haya cometido tantos errores. Orgullosa de poder decir, después de tanto tiempo, que estoy realmente feliz con lo que soy.
Y a vos, o a mí, como más te guste: dejá de avergonzarte por lo que no fuiste, y date cuenta que lo mejor de uno mismo es, en definitiva, ser lo que uno verdaderamente es...
sábado, 21 de febrero de 2009
Carta a una arrepentida...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario