Nunca le tuve mucha simpatía a este festejo. Por lo único que siempre lo esperé fue por los regalos y la comida. Dos cosas que en mi familia nunca faltan. Este año ni me moví de casa. Fue un día normal, como cualquier otro. Compré los regalos tres días antes, así que ni siquiera me dieron lugar a ocupar mi tiempo pensando qué regalo podría elegir. Hasta la muerte de mi abuelo, íbamos allá, a su casa. Las Navidades nunca fueron nada especial para mi. Siempre las pasé esperando que sean las doce, esperando el brindis, la sidra, el turrón. Y cuando terminábamos, nos íbamos a dormir, como si fuéramos completos extraños, hasta el otro día. Yo siempre me despertaba última y el asado ya estaba hecho. Después nos íbamos y seguíamos con nuestra rutina. Y eso era todo. Tan sencillo. Y para ser sincera nunca la pasé mal, pero lógicamente, prefería otra cosa. O no. Realmente no lo sé, porque nunca tuve otra cosa. Este año fue más de lo mismo, con la diferencia de que lo pasamos en casa y que mañana en vez de asado, viene mi hermana a almorzar. De todas maneras, todo cambia con el tiempo. Quizás dentro de unos años logre construir una navidad distinta, a mi manera. Pero eso sólo lo sabe el tiempo...
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
ay mamita, cuando pase las navidades con vos =E JAJAJAJAJAJ
te amo mi vida, y a veces uno tiene que hacer que las cosas cambien ♥ para el año que viene, quiero que te prestes a la navidad, que es lo mejor que hay y es un dia asi re way (? para apreciar lo que tenes (aunque hay que apreciarlo todos los dias). TE AMOOO ♥
Publicar un comentario