Yo sigo acá. ¿Y vos?

Voy a dejar claro algo por única vez y espero que le quede a alguien. Yo seré lo que quieran -de todo menos linda-, pero hay algo que no soporto, y menos viniendo de gente que realmente quiero. El hecho es que no soy alguien fácil de manejar. Al contrario. Y cuando la gente intenta hacerlo, me transformo. No creo que nadie tenga derecho sobre mi vida. Absolutamente nadie, por mayor lazo que nos una. El querer controlarme es el peor error que alguien puede cometer conmigo. Yo no quiero ser la segunda de una persona de tal calaña. No creo merecerlo, pero bueno, si le parece, que siga así. Estoy harta de decirle lo mismo una y otra vez, de ser el consuelo siempre que la primera opcion falle. Pero esa decisión ya no depende de mí. Creo ser alguien mucho más decidida en ese sentido, creo que podría manejar las cosas mejor. Pero esa persona es tan débil, tan frágil. Y yo soy esa que rompe con todo; con sus miedos, sus flaquezas. Y ahí es donde entra la otra parte. La otra parte que soy yo. O no, creo que yo nunca entro. Nunca pronuncio palabra. Solo escucho, hago favores y mi dignidad desaparece de a poco. Cuando necesito algo, se va con el extraño. O a causa de aquella persona despreciable. Soy dura, y lo sé. Pero mi mente tiene límites, a diferencia de la suya. Y mi cuerpo también. Intento casi diariamente evitar las penas que la aquejan. En vano, siempre en vano. Es como hablarle a una pared. Terca, testaruda, ciega, sorda. Pero muda nunca. Siempre intenta ir más allá del límite, siempre intenta agravar aún más la situación con su drama. Y por más que intente aguantar, no puedo evitar el sentirme ahogada, el querer tirar todo por la borda de una vez por todas. Porque motivos no me faltan, pero tampoco me faltan razones por las que seguir ahí, aferrada a mis memorias, a sus sonrisas, a sus abrazos, esperando que todo termine de una vez. Que aquella pared abra finalmente los ojos y que su vida vuelva a ser de ella. Todavía guardo las esperanzas de que todo vuelva a ser lo que alguna vez fue, aunque mis esperanzas se van de a poco. Y últimamente se están yendo cada vez más rápido y hieren de una manera que ese extraño bastardo no se puede imaginar, y ustedes tampoco.