Démosle un sentido a las cosas.

Finalmente comprendí la finalidad de este blog. En mi caso lo utilizo como un medio para refrescarme ciertos puntos incompletos de mi vida, para retarme, para hacerme entender. Lo que queda claro es que mucho caso no le hago, porque sigo igual. Pero por lo menos me lo planteo, y, a su vez replanteo mi vida. Me hago miles de preguntas, típicas de una adolescente. Inclusive maldigo los momentos de tristeza, de confusión, de adolescencia en su pura esencia. Cuando, a su vez, comprendo que esto no lo voy a volver a vivir, que tengo que disfrutar el poco tiempo que me quedan en ella, que cuando sea grande todo va a ser distinto, cuando termine la secundaria y empiece la facultad, o quién sabe lo que me depare el destino. Y es quizás todo eso lo que escribo acá. Mis sentimientos diarios, mis miedos, mis dudas, expresadas en cualquier texto sin sentido de esos que suelo escribir, como este, por ejemplo. Sinceramente no sé cuál fue el motivo que me trajo a esta página en blanco, a escribir nuevamente incoherencias. Fue un simple chispazo de mi mente intrincada y poco imaginativa que no tiene nada más interesante que hacer. Pero esto es lo que me gusta, por más que tenga mis defectos y por más que redacte muy mal. Me siento bien escribiendo y contándole al mundo las estupideces que una adolescente un tanto trastornada piensa, las cosas que pasan por su vacía cabecita. Que lógicamente no tienen que ver con el hecho de repetir una y otra vez la lección de Historia, o cualquier otra información que le serviría a futuro, sino que están más ligadas a los sentimientos idiotas de una chica de 16 años que nunca supo bien qué hacer con su vida. Y que, hasta que lo descubra, seguirá descargándose en este humilde blog. Intentando no olvidar que el tiempo pasa para todos, y que ella no es la excepción a la regla.